Arte
y Filosofia
Nietzsche
y la metafísica del artista
La
metafísica del artista según expresión del propio Nietzsche, hace
referencia a la posibilidad de pensar el arte sin reemplazarlo por el
concepto. La apariencia no es lo contrario a la verdad sino su
expresión, lo que aparece, la superficie tiene una profundidad
metafísica. El arte para el filósofo
es una religión de la apariencia, el arte se manifiesta como aquello
que brinda asentamiento a la apariencia, como aquello que la
consagra, la santifica, glorificando al mundo como error, afirmando
la vida como ilusión, estas ideas son contrarias a las sostenidas
por Platón, en cuanto al conocimiento de la verdad y las ilusiones
que plantea el mundo de lo cotidiano. El arte no quiere dirigir o
conocer, sólo
quiere que todas y cada una de las cosas puedan ser, esta mas allá
del bien y del mal. El arte es modelo para la vida y debemos
remitirlo a la voluntad de poder, el arte es la voluntad de fiesta,
incita a la creación. No es posible pensar el arte en términos de
armonía o adecuación de lo intangible a lo sensible, de lo interior
con lo exterior, de la idea con la materia. El arte para Nietzsche es
agónico, en el sentido de que gira sobre si mismo interrogándose
sin cesar, siempre irónico.
El
mundo griego según la visión del filósofo
se aparta de toda idealización, la belleza se levanta a un paso de
la devastación, hay arte cuando se muestra que todo está
a punto de disolverse, la obra de arte acaricia ese instante, no lo
enmascara lo exhibe, dejando aflorar la inminencia del horror bajo la
apariencia de la seducción. Por el arte nos aproximamos a un
equilibrio precario, al caos, a la destrucción sin sucumbir a su
vértigo. El arte es la desviación de la fuerza, la presencia de
muerte para mostrar que la vida sin ella pierde todo significado. El
arte como verdad de la mentira, es efímero, irrepetible y se abre a
la intensificación de la existencia. El arte aborrece los sistemas
que lo quieren explicar, dirigir, racionalizar y justificar. El arte
es así un poder transfigurador, inmanente de la vida que sólo
remite a si mismo y tiene una función pragmática, al tomar al arte
desde la perspectiva de la vida. El arte es un poder simbólico
para Nietzsche que no puede remitir a nada mas allá de si mismo,
dando cuenta de una intima conexión con la vida. Arte y vida humana
para el filósofo
son indisociables, el arte es expresión de la autoreferencialidad
del hombre. El arte sirve a los fines de justificar estéticamente la
vida misma. Defiende la idea de crear sobre la idea de conocer,
invierte la relación entre arte y conocimiento, lejos de subordinar
al arte quiebra los planteamientos de la estética académica que
trata de discutir el concepto de arte y definir la función del
conocimiento.
Domar
al animal que somos, sirve el arte a tal empresa?
Es
indudable que así sucede pero agota allí su poder? Es difícil
concebir al arte al margen de sus usos, pero tampoco puede reducirse
a un divertimento o refinamiento. Todo lo contrario el arte arranca a
la cultura todas sus falsas seguridades y certidumbres. El arte no
sólo
es el deseo de hacer ver o dar a oír, sino también la necesidad de
apartar de la vista. Una necesidad constante de irrupción de plasmar
fuerza. No se deja guiar por la imitación de modelos ejemplares, el
arte para el filósofo
se guía por una abierta alteración de los moldes recibidos, de lo
sagrado que no se deja reducir a lo mismo, del surgimiento de lo
'otro”, de aquello que no se deja racionalizar o pensar. El artista
es un supliciado, no un soberano padre creador de su primorosa obra.
Una especie híbrida a medio camino entre el crimen y la locura,
incapaz de ser una u otra cosa pero con las antenas extendidas hacia
cada una de estas esferas. El hombre reduce el concepto de belleza a
su imagen y semejanza, a una idea que se ha forjado de si mismo, pero
el arte para el filósofo
no conecta con el cielo, sino con la caverna, el infierno, el
laberinto, con aquello que el hombre civilizado no puede o no quiere
seguir siendo.
Nietzsche
piensa en la experiencia estética al igual que la religión, pero no
de la religión que quiere salvarnos. Las religiones salvacionistas
son síntomas de debilidad, de resentimiento, las domina un
sentimiento de vergüenza ante todo aquello que nace y muere con
fugacidad, se ensañan con la vida, se fascinan mortificando a lo
mortal. El filósofo
relaciona el arte con la religión arcaica o primitiva, de la fiesta,
el arte como transgresión, que no necesariamente embellece al mundo
porque su verdadero destino es exhibir la cultura, no se trata de una
frivolidad burguesa el arte por el arte, sino de una insubordinación
radical que se aloja en toda obra de arte, que la torna inmanejable,
arriesgada, peligrosa, esa insubordinación que explica el interés
de todos los poderes políticos, económicos y religiosos por
desactivarla. El arte para el poder es absolutamente improductivo y
en ello radica justamente su poder. El valor que el autor le asigna
al arte es muy superior que ese concepto de verdad. La verdad de la
mentira es que sabiéndola efímera se abre a toda la intensidad de
la experiencia. La siempre riesgosa apuesta del arte es la de abrirse
al caos. Lo simbólico del arte descansa sobre un juego de
contrarios, de mostración
y ocultación.
El
pensamiento de Nietzsche, el no a la academia pone de manifiesto su
insatisfacción con los valores de Occidente, ideas sobre el ser, el
bien y la verdad. El filósofo
del martillo cuyos procedimientos son inadmisibles para muchos no
puede contentarse con ninguna filosofía, una vida filosófica es lo
contrario de ser un profesor de filosofía. Filósofo
es quien nos pone en situación de pensar de otro modo. No ser
entendido es signo del pensamiento de Nietzsche, signo de que el
pensamiento a logrado ir mas allá de lo pensable en su tiempo. El
filósofo
rompe con los marcos establecidos tradicionalmente, llámese
platonismo o cristianismo, ya no importa la verdad sino el impulso
por pensar, el sentido de pensar, la pregunta ya no es qué
es esto? Sino quién
puede pensar esto?, un atrévete
a pensar por ti mismo. El filósofo
sostiene que la humanidad ha ordenado su vida conforme a los valores
que la han llevado a negar lo que es mas ancestral, el impulso vital.
Así camina en lo prohibido, renuncia a la universidad donde el
cultivo de la verdad es imposible, el filósofo
es por naturaleza belicoso. En la academia el saber adopta una
apariencia de relato oficial donde el hombre es perseguidor de
seguridades. Por el contrario el nos invita a pensar mas allá de los
limites de la razón ilustrada donde el saber funciona como un juego
de represión y exclusión. En el relato oficial la verdad ilumina al
sujeto, hay idea de perfección, la verdad o el bien nos hace libres
o nos pone en posesión de ella. Se liga en nuestra cultura desde
hace siglos la noción de verdad a la de perfección. Para la
modernidad la muerte de Dios significa amanecer a la posibilidad
natural y esencialmente humana, fin del dogmatismo, necesidad de una
nueva fundamentación, los atributos del Dios destituído
se depositan en el sujeto. Ubicación mas allá de viejos valores,
virtudes y verdades, las cosas ya no se rigen por los principios
divinos del mas allá, el hombre atado a una promesa de futuro sin
importar el presente. La muerte de Dios implica pensar el presente,
destrucción de cierta y determinada interpretación. La existencia
se presenta al desnudo, sin finalidad, sin imposiciones desde el
afuera. Allí donde la academia pone el pensamiento al servicio de la
vida, Nietzsche quiere que la vida sirva al pensamiento. Dar un paso
mas allá del mundo de la bella apariencia. El filósofo
entiende el placer estético como aquel que se refiere a la
apariencia, el arte es la aniquilación del mundo visible de la
apariencia, el placer estético es ir un paso mas allá de lo bello.
Se trata de lo que la presentación estética nos permite
experimentar, lo cual da cuenta de su relación con las relaciones
no-estéticas. El observador denomina bello aquello que se
corresponde con el mundo que lo rodea, ya que una presentación no es
bella porque lo presentado en ella nos guste sino porque ella lo
presenta de la forma como este se presenta para nosotros. La
presentación bella muestra su poder asegurador, la confianza y la
certeza en las interpretaciones que realizamos acerca del mundo, por
tal motivo el filosofo propone la experiencia de ir mas allá de lo
bello.
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